ALMA MÁTER

Mi afición a las palabras es algo que viene desde que era muy joven, no fui un niño redicho pero sí que me fijaba, y aún me acuerdo, en las frases que utilizaban algunos de mis amigos, los padres de algunos de mis amigos y algunos profesores. También mi padre, que fue profesor mío utilizaba palabras deslumbrantes a veces, aunque no las utilizaba para deslumbrarme, sino que le salían sin darse cuenta, con toda naturalidad. Por eso voy a recoger aquí una nueva etiqueta, con alguna de las expresiones, dichos, frases hechas y palabras que más me gustan.

Hace muy pocos días me he encontrado con uno de aquellos amigos bienhablados. Ha sido en Cáceres, mi ciudad de nacimiento (mi nación, por tanto). Hablaba de maravilla, ¡aquel niño! Se trata de mi amigo Manuel Martí. Fue maravilloso estar con él, más aún que me expresara su veneración por mi padre, profesor de ambos en aquellos tiempos. En nuestro encuentro me presentó a su hijo, también muy bien hablado, muy medido en su dicción y en su léxico. Le comenté a su hijo mi admiración y sorpresa por el modo de hablar tan exquisito de su padre ya en nuestra infancia. Cuando nos dejábamos llevar en nuestras bicicletas por el anzuelo de la velocidad nos advertía de que no tuviéramos tanto ímpetu, o si comíamos permanecíamos mucho rato callados se preocupaba por verme tan abstraído, a veces deseaba no haber sido tan indolente…Y a mí, todas esa palabras, lejos de hacerme irrumpir en exclamaciones callejeras propias de la edad y del medio en que crecí, me fascinaban; lejos de descalificar a mi amigo con tribales anatemas me deleitaban. Mi amigo Manuel es un prestigioso doctor hoy, como no podía ser de otro modo.

En este día traigo una frase que siempre me ha sorprendido y con ella abro esta etiqueta. Y lo hago porque tiene mucho que ver con el nacimiento solemne y formal de mi hijo al mundo de la abogacía, pues aunque viene ejerciéndolo desde hace un tiempo, hoy ha sido la jura. Hoy ha prometido ejercer con la lealtad y nobleza de espíritu que su propia conciencia y las normas deontológicas le obligan. Por ello me viene a la mente la expresión  alma máter.  Significa literalmente “madre nutricia”. Alma viene del verbo alo (=alimentar). Nada tiene que ver con el alma (en latín ánima). Tradicionalmente, el alma máter (una madre que amamanta) fue el símbolo de la Universidad. Saboreo la explicación de Lázaro Carreter en El dardo en la palabra cuando se refiere a ésta y otras expresiones.

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