ESPEJOS II

Sin pretender un recuento exhaustivo de los espejos existentes en la literatura, ni una acabada descripción de los mismos, sino un somero recuerdo, como el que suscita aquella bruja del espejo que anunció la belleza de Blancanieves por encima de la de cualquier otra mujer, incluso de la de su madrastra; asunto por el cual ésta dio en expulsarla y ofrecernos así una maravillosa y atractiva historia.Una historia en la que el género masculino se ve representado en siete caracteres, en siete enanitos, empequeñecidos por las excelencias de la exuberante belleza de Blancanieves. Siete enanitos acurrucaditos en la materna-fraterna-erótica figura de Blancanieves, que si no fuera por lo blanco y níveo de su nombre, quizás ni los niños verían tanta pureza en el personaje.

Espejo de espejos, espejo memorable es el que nos refleja Borges en una de sus más destacadas narraciones, “El Aleph”. Como sabemos Borges tomó el titulo del cuento de la primera letra del alfabeto (alifato) de la lengua sagrada, letra que simboliza a un hombre apuntando hacia el punto más allá del infinito. Este espejo borgiano contiene el universo todo, sin olvidar ni una sola de las partículas que componen ese universo: “Vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo. Vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó. Vi un globo terráqueo entre los espejos que lo multiplicaban sin fin… Vi tu cara, y sentí vértigo, y lloré, porque mis ojos hablan visto ese objeto secreto y conjetural cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo’.  Antes de esta enumeración Borges nos advierte: “Lo que transcribiré es sucesivo, porque el lenguaje lo es, lo que vieron mis ojos fue simultáneo… Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas casas, o claramente la veía desde todos los puntos del universo”. Para Borges, para El Aleph, la parte es igual al todo (“Vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de  sus granos de arena”).  También W. Blake, all por 1.818 escribirla: “Todo el universo está contenido en un grano de arena.

Incluso A.Bretonen su “Manifiesto del Surrealismo” reflexionaba: “Todo induce a pensar que existe un cierto punto en el espíritu, desde el cual la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, el pasado y el futuro, lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y lo bajo dejan de ser percibidos contradictoriamente”. ¿Es acaso ese punto el Aleph, el Espejo de los espejos, que sedujo a Borges en su relato?

“Ahora sólo vemos a Dios como en un espejo, esperando verle cara a cara” diría S. Pablo). ¿Es ese punto, el Aleph, el Punto Omega dePierre Teilhard de Chardin? ¿Es “El espejo”, la “Gran Obra” de los alquimistas, la misma “cosa”?

Todo induce a pensar que las palabras son parcas, pero que todas quieren significar una misma cosa. Que la razón lleva hacia algo mayor, reflejo de todas las cosas, según estos autores. De Quincey en una de sus opiáceas visiones reflexionaba: las mínimas cosas son sólo espejos de las mayores”. ¿Qué les induce a todos hacia esa metáfora, hacia el espejo como término de identificación? ¿Hará falta ser visionario para acercarnos al Aleph?. Quizás, pero de todos modos Borges afirmaría tener un miedo atroz al espejo. El mismo miedo que expresare Machado en sus ajustados versos:

“Mis ojos en el espejo
son ojos ciegos que miran
los ojos con los que veo”.

 

 

 

 

 

 

 

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